miércoles, 20 de enero de 2010

Maldición indiferente


EN LOS AÑOS DE LA REVOLUCIÓN, APROXIMADAMENTE EL PAÍS HA RECIBIDO 950.000 MILLONES DE DÓLARES...
SIN CONTAR LO ENTRANTE DE IMPUESTOS Y LAS EMPRESAS PRIVADAS, QUE POR SEPARADA DEFINEN EL PRODUCTO INTERNO BRUTO...
Y CON LA BANDERA DE LOS POBRES, ENGAÑAN LOS CHAVISTAS A LA POBLACIÓN
ESTA FOTO LA TOMÉ EN LA AVENIDA LARA, EN EL CENTRO DE VALENCIA, EN UNA ESQUINA, CUANDO DE CASUALIDAD PASÉ POR ALLÍ CON MIS COMPAÑEROS...
SIN SABER LAS CAUSAS Y RAZONES DE ESTOS SERES HUMANOS, POR LAS CUALES ESTÁN ALLÍ, CIERTAMENTE CON UN ESTADO EN TANTA BONANZA, HAY POSIBLIDAD DE AYUDARLES...
NADIE ESCOGE DONDE NACER, DONDE VIVIR, NI INCLUSO LA CAPACIDAD DE SOBREVIVIR Y DE SER FUERTE...
ALGUNOS SON MÁS DÉBILES QUE OTROS...
LA CIVILIZACIÓN NOS HARÍA SUPUESTAMENTE MÁS SENSIBLES PARA ROMPER EL ESQUEMA ANTIGUO DE QUE LOS MÁS FUERTES DEVORAN LOS DÉBILES...
SIN EMBARGO, TODAVÍA PERMANECE...
LA MALDICIÓN INDIFERENTE...
Y LO PEOR, ES QUE SÓLO ESTO PUEDE SER EL PUNTO DEL ICEBERG...
EN UNA NACIÓN CON ALTA ENTRADA DE CAPITAL...
AHORA IMAGINAR CÓMO SERÁ EN AQUELLOS PAÍSES DONDE ESTÁN SIN RECURSOS, SIN EDUCACIÓN, SIN DERECHOS HUMANOS...
A VECES ENTIENDO PORQUE MUCHOS DESEAN DEJAR ESTE MUNDO...
Y PORQUE MUCHOS DESEAN MORIR EN GUERRAS...
LA INJUSTICIA VENCE LA BENDITA CORDURA DE CONSERVAR LA SANGRE INTACTA...
ALGUNOS NO PUEDEN VER QUE TANTA BARBARIE SUCEDA FRENTE A SUS OJOS...
A VECES SÓLO LO TRAGO HACIA ADENTRO...
PERO AUNQUE SEA INTERIORMENTE
ANIQUILO LA
MALDICIÓN INDIFERENTE

sábado, 16 de enero de 2010

LA MUERTE





LA MUERTE


Escribir de la muerte, es para mí hacerlo desde su lado más amable y periférico, con aproximaciones reflexivas y creyentes. Hablar de la experiencia de la muerte es tratar el tema con un sentido figurado, ya que propiamente dicho, la muerte es muda y a la vez enmudece. El que la haya experimentado tal como es, guarda silencio para siempre. Por experiencia, ninguno de los vivientes puede tocar y especificar el asunto con absoluta propiedad, a pesar de que, cada uno de nosotros tenemos por conclusión segura de algún día experimentarla.

La muerte hace un corte total hacia la persona ida. Humanamente hay un silencio definitivo, sólo quedan restos extendidos de recuerdos en los vivos, en un dolor que la mayoría de las veces rompe en llanto. Reflexionar de la muerte en un plano personal como un evento inminente representa una decisiva seriedad y una alerta estremecedora. En la condición personal de cada mujer y cada hombre, la muerte es la ambigüedad de si tal experiencia es el fin absoluto. Nacen preguntas de un imposible e impotente contestar con razones humanas. La irreversibilidad e irrevocabilidad de la muerte puede incluso causar una terrible angustia. El fin de la vida es una verdad innegable. Quien pueda estar estable y seguro de su vida inmediata, quizá vea la muerte como algo muy normal, pero aquel sorprendido por ella, le toca las fibras más íntimas, le aterroriza.

La muerte en cada hombre desde la fe se entiende como una entrega, la cual adquiere la definitividad mediante su actuar. En la medida de sus obras, podrá sentir el peso de su conciencia, basada en la ley del amor. Para todo cristiano, Dios es el Señor de la vida y de la muerte, mas no es el creador de la muerte, porque la muerte es tristeza, dolor y destrucción. Incluso el mismo Jesús, experimentó esa angustia y murió con un grito doloroso (Mc 15,37).

Nuestra fe proclama enérgicamente a Jesucristo vencedor de la muerte, la soportó por nosotros y por nuestra salvación, como máxima y sublime expresión de un amor sin reservas de ningún tipo. El caos de la muerte para todos nosotros ha llegado a su fin con la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. “Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y quien vive y cree en mí no morirá para siempre”. Es el abandono y la confianza en Jesús, y del mismo modo que le preguntó a Marta, también se dirige a nosotros en la propia realidad personal: “¿Lo crees?”. (Jn 15,25). Esta pregunta con pausado detenimiento, nos introduce un rubor íntimo a nuestra fe.

En Dios encontramos la única norma absoluta y definitiva para superar la tragedia de la muerte. Jesucristo es el único que ha regresado más allá de las temibles oscuridades de la muerte, con una victoria gloriosa y extendida a todos nosotros. Exclusivamente, depende de la libertad humana y sus decisiones para entrar a formar parte del reino de Dios, de la invitación a participar en la vida divina. No hay ninguna presión ni forzamiento, es el precio del amor de Dios que atrae por su misma entrega y testimonio, un precio sellado con la propia vida. Es la más radical autenticidad e identificación con nuestro propio ser, que en su origen, proviene de Dios y se dirige a Él.

Dios tiene un plan para nosotros, el más alto de los proyectos y el más colmado de felicidad. No es la continuación de la vida terrestre, sino un estado de vida en plenitud con Dios. Al respecto, Jesús nos dice: “ No se inquieten. Crean en Dios y crean en Mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho, porque voy a prepararles un lugar. Cuando haya ido y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes” (Jn 14,1-3)

El mismo Señor Jesús, aclarando algunas dudas en aquel tiempo sobre la fe en la resurrección, con igual fuerza hoy nos dice que Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. (Mc 12, 26-27). Para Él, la muerte no existe.

Orientaciones pastorales

La fe personal y adherida en Jesucristo, no admite ver la muerte como el acallamiento total y absoluto. La última palabra la tiene Dios.
Las fracturas ocasionadas por la muerte, cuando han partido muchos de los más cercanos familiares y amigos, a quienes amamos profundamente, no son totales. Tales fracturas deben ser depositadas en Dios, en quien confiamos para nuevamente encontrarnos en la resurrección con ellos.
Esta vida es la hermosa oportunidad de iniciar un encuentro revelador y decisivo con Dios, abriendo la posibilidad de estar con Él eternamente.
La vida es una tarea, y cada día es una enorme maravilla para realizarla. Ya Einstein decía: “La tragedia de la vida es lo que muere dentro del hombre mientras vive”. Vivir cada mañana no es un día menos, como algunos suelen conjeturar apesadumbrados por algunas dificultades de la vida, es al contrario, un día más accesible a la libertad y a al encuentro consigo mismo, con los hermanos y con Dios.
Los espacios e instantes de esta vida que administramos, se comprende y plenifica en la medida de llevar a Dios en lo más profundo de nuestros corazones y de nuestro actuar. No hay que esperar la muerte para vislumbrar horizontes divinos. Ya hay una certeza de vivirlo aquí en la tierra. Y esa certeza es el amor: “Si alguien me ama cumplirá mis Palabra, mi Padre lo amará, vendremos a él y habitaremos a él”. (Jn 14,23).


(Artículo para la revista Buena Nueva)

miércoles, 13 de enero de 2010

MI SENTIR Y MI APROXIMADO RAZONAR


MI SENTIR Y MI APROXIMADO RAZONAR

Sentirla me lleva a detenerme un poco, a pensarla.
Evadirla me causa una dolorosa huida inútil, porque es difícil huir de adentro.
Soy alguien de sueños, como muchos más.

Me he despertado con una cierta pausa incómoda y suspendida en el recuerdo, con cientos de imágenes recreadas y construidas por mi mente en reposo.
Imágenes alternadas de emociones y sentimientos un poco ocultos.
Quiero ser sincero…
No es la primera vez que me siento trastornado…
Mi razón dura tiempo en desencadenar argumentos coherentes para explicarlo. Ojalá pudiera convertir las razones que ahora uso en una memoria exacta cargada con todo lo que siento, una memoria almacenadora de mi contenido cuando la siento y también ojalá pudiera entregársela a un experto y la conecte a su ser, para que pueda indicarme qué significa.
Pero no hay tales memorias, no hay tales expertos, no hay tal fantasía.
Me queda precisar en estas líneas de papel con un lenguaje escolarmente aprendido. No será la memoria perfecta, pero puedo aproximarme.
Me he preguntado tiempo atrás si es un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), pues todo se ha producido con sólo verla. Verla es el sentido más general usado, pues también la he escuchado y lo normal de un trato personal. Volviendo atrás, escribo esto por la sucesiva serie de acontecimientos, de emociones complejas y de suspirados alientos. Nuevamente he soñado y pareciera trastornarme lo fundamental.
Suele suceder de vez en cuando, pero sólo con ella. Pudo haberme pasado antes y con otras situaciones. Pero de tal manera, nunca. Es difícil cómo pasa.
Claro que en situaciones difíciles me he sentido angustiado, pero sólo dura lo circundante a un determinado y preciso momento, luego se esfuma y ni lo recuerdo.
No sé ahora si tenga que ver algo como comenzó, no sé cómo llegó pero conscientemente no pude haberlo planeado, yo no acierto sucesos del futuro. De por sí a veces, pensándolo me admiro y me siento mago, una magia que no comprendo a diferencia de los magos reales.
No puedo negar que esto me presenta una espina a mi vida real, y casi nunca lo cuento, es decir nunca, porque contarlo a otras personas es burlarse de la realidad, y darle primacía a la fantasía y a la ilusión. Mas creo que solamente Dios lo sabe todo.
Sin embargo, tengo la evidencia de un hecho concreto.
Hablando del TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) comienzo a analizar inversamente. Empezando por “compulsivo”, es un actuar acelerado y cargado fuertemente de emociones, un alterado estado emocional con un ritmo poco común de sentimientos, pero que tiende a descender en un período corto de tiempo y fluctúa a veces en el caso inverso. Por ejemplo, personas que están en un momento muy convencidas de una situación, luego cambian fácilmente; porque la compulsión es la que decide en diversas circunstancias. O algunas otras personas que un día están muy contentas y justamente al otro día están muy tristes, y según sus estados de ánimos actúan compulsivamente. Ejemplo, si hoy tal persona está alegre, le puede encantar y gozar comer quesillo; pero si mañana está triste, odia el quesillo y es lo peor para comer. Y cuando las actuaciones se dirigen contra personas, mucho peor. Ser compulsivo es actuar precipitadamente por el único sentir instantáneo.
Me he juzgado y me escapo. Ya llevo 35 meses. No se aplica la “compulsión”. Tampoco es un cambio repentino y arbitrario.
Ahora “obsesivo”. Considérese la repetida insistencia agitada en un hecho particular, convirtiéndose en un hecho cerrado y fastidioso, ciego y carente de razón, centrado en no ver más opciones y en hacer presión. También se presenta como una protección a la inseguridad, en querer atrapar algún beneficio y utilizar cientos de medios, incluso aplicando la fuerza. Es un caer en lo mismo y no abrir la mente. Una persona obsesiva es considerada enferma igual que la compulsiva, pues se vuelve necia, insistente y cegada. En frente de las razones, busca excusas y autoengaños. Otra perspectiva puede representar el fin del mundo, no vale la pena otra opción y no puede existir algo mejor de la propia consideración.
Entonces una persona obsesiva compulsiva exaspera los ánimos, actúa violentamente y a la ligera con fuertes cargas de emociones. También sería una persona fácilmente depresiva, estresada y con ansiedad, porque si su objetivo no se alcanza, puede sentirse defraudada y aniquilada. Siendo así, fácilmente puede engañarse en tantas situaciones de la vida.
Sin duda uno puede sentir un poquito en determinadas situaciones, pero en una seria reflexión si no se supera ya es una enfermedad psíquica.
Me he juzgado y me escapo. Me llega sin quererlo. No puedo negar que ella me da una fuerte alegría en el corazón, en mis entrañas. Y puedo sentirlo desde el inicio como todavía ahora como constante presencia. Unas veces más, otras un poco menos. También puedo confesar que en un simple sueño sentirla perdida me desestabiliza, es mi primera impresión, puedo sentir frío mi pecho y erizado mi cuerpo. Es una energía que no veo pero vibra dentro de mí.
La última vez en verla, no quería romper el lapso de tiempo entrelazado, relativamente fue corto en comparación a las anteriores oportunidades. He aprendido a disimular, a ser discreto y a usar una considerable prudencia.
Me he esforzado por filtrar mis expresiones exteriores hacia ella.
Sin embargo, cuando el encuentro ya termina me parece una actitud no transparente pero sí conveniente.
He pensado que la angustia es el índice marcador de la conciencia. Cuando hay angustia algo puede andar mal. Me angustia ser falso. Yo no la he imaginado ni la he colocado en un pedestal. Y puedo jurar que incluso antes de verla personalmente me invade una inquietante y profunda sensación, una sensación mayor. Estoy seguro de lo fácil en disponerme a ella: la recuerdo todos los días, pensarla ya es un hábito, almacenarla en mi memoria es tan sencillo y depositar una gran admiración sin ninguna publicidad ni ningún motivo aparente. En realidad no tengo demasiados motivos. Claro que me he preguntado las razones, pero son difíciles de hallar. No sé si es la gratuidad, la cual se dona sin prejuicios y consideraciones elaboradas.
Mis intuiciones son desafiantes a la realidad y a pesar de eso, no me siento inseguro. Incluso, creo disfrutar de una seguridad sin seguros explicativos y temerosos. Solo me hace ser libre de tantas emociones prefabricadas y saturadas al máximo para que sean legítimas; y a veces pueden terminar siendo falsas y muy artificiales.
Por eso, no le he recriminado a Dios nada de esto. Hacerlo sería para mí dar un revés a su sabiduría.
Me gusta la complejidad, porque allí siento encontrar más abiertos los horizontes. Creo sentir un caso concentrado y sofisticado, pero sobre todo natural, aunque si voy a la frecuencia, es un caso excepcional. La reconozco como la única persona en conocerla con la primera percepción, alejando una cantidad de prejuicios y conocimientos previos. Una realidad abierta a lo complejo. De allí nacen nuevas teorías, las cuales dejan de ser válidas cuando son falseadas; las verificaciones no son suficientes para validarlas, seguirán siendo útiles mientras aporten, y sobrevivan al proceso del falseamiento, es decir, mostrar su inverosimilitud.
Es un caso excepcional, ya lo decía antes. He manejado casos tan complejos en mi vida familiar e incluso en mi proyección de pensar y tratar de comprender tanta historia dada para administrarla y continuarla. En caso de teorías, sería el autor y determinador de mi teoría en mi inefable y sublime sentir hacia ella. Una teoría alejada del sistema como para que pueda ser falseada.
Una relación meses atrás iniciada podría darme un indicador. Yo sé que esta joven es una chica maravillosa, la conocí en un viaje. Esta joven tomó la iniciativa, me cayó tan agradable y nunca puse una barrera de moderación. Comenzamos a hablar y hablar, no le oculté la disposición de mi vida, tampoco la consideré una extraña. Teníamos doce horas de viaje y concluyo que llevábamos similares vacíos. Con la conversación y las miradas había puntos comunes. Es una chica madura, de mi edad, y entre casualidades como posibilidades de escribir líneas torcidas, mejorarlas y arreglarlas, me llevó a una experiencia nueva, con la novedosa majestuosidad. Luego de un tiempo de sentirme normal y con los pies en esta humanidad, sabía de lo importante en los sentimientos de una persona.
Era el momento de dar más, y la presenciaba junto a mí y me estaba dando su ser. Mi circunscripción estaba limitada y le estaba fallando. Según mis circunstancias no me permitían darlo todo. Y en mis intuiciones podía ver el final, ya que en mis porqués no me sentía capaz de darlo todo, en ocasiones me faltaba la natural espontaneidad. Ella ya había dado pasos y los estaba dando a más prisa que los míos para consolidar una seria relación. Ya habían pasado dos meses, sólo era yo carente de esenciales fuerzas y limitado por ya construidas circunstancias personales. Si no me faltase vitales alientos, las hubiese roto.
A pesar de estar tan cercano y vivir una experiencia maravillosa con esta hermosa mujer, no experimenté el umbral alcanzado en mi misteriosa chica, en la cual he comenzado a inspirarme desde su aparecimiento, de un aparecimiento por cierto salido de la improbabilidad y de la extraña casualidad, de la escasa posibilidad de las inexistentes probabilidades, un acierto casi perfecto (lo digo así, porque no conozco qué será la perfección total, remontada según mi parecer únicamente a Dios).
Quiero excluir dos palabras de lo cual me sucede con ella. No quiero usar la palabra “amor” ni “enamoramiento”. No me parecen propicias y no me considero capaz de aplicarlas así de fácil. Tal vez puedan relacionarse, pero generalmente es conocido por el común de las personas que esas dos palabras son resultado de un caminar en construcción, aunque partan desde una espontaneidad concreta. Y en la vida de pareja toman un matiz singular. Escrutando etimologías y lanzando mis propias objetivaciones, amor es “no morir” y enamoramiento es “querer entrar en el no morir”. Mas “no morir” no es claro. Lo claro sería qué sucede para que no muera. Debe ser algo especial escapado a construcciones simplemente humanas.
Percibo en las relaciones de pareja un progresivo desarrollo, ya que nada es espontáneo y totalmente dado. Yendo por ahí, eso nunca me ha pasado con ella. Imaginarlo simplemente me parece violentar las libertades del tiempo y del espacio. Me envuelve en torno a ello un respeto sagrado.
En algunas ocasiones sabía por ella misma de su sufrimiento. Mi respiración automáticamente cambiaba de ritmo y se desprendían de mí lágrimas…
Y no sé cómo…
Esas lágrimas se me conectaban a la divinidad, clamando venideras sonrisas.
Ahora…
Ya han pasado casi tres años exactos, y m e dispongo igual de turbado ante ella.
Incluso pensarla puede hacer una concentración de mí en un ambiente de distracción…
Le conté a mi mejor amigo con seriedad, pero pronto comprendí que le era algo totalmente extraño y que sólo yo soy el depósito de tan complejo mundo.
Es mi punto frágil…
Es mi dedicación al absurdo… Incluso contarle a ella misma un poco de todo esto ya lo sería. Le conté algunas cosas de los sueños y ya me sonó a mi razón como desfasado. Ella se mostró muy sorprendida, no sé qué pudo sentir. Tal vez sea únicamente válido como en Narnia, cuando los hermanitos cruzan el armario, al otro lado hay otra realidad, incluso con otras leyes físicas y sociales.
Me sorprendo…
Siento acelerar mi ser de estupefacción al intentar analizarlo.
No sé si esto se asemeje a tal especie de armario, todo esto descubierto renunciando a la existente historia comprendida para poder cruzarlo y vivir en su lógica. Pero a diferencia de Narnia, me siento solo, una soledad desértica.
No sé si alguien más haya sentido una realidad de tal magnitud con una chica de esta ciudad o inversamente. No sé si pase simultáneamente a otra persona bajo esta atmósfera citadina. No debo ser el único, tal vez seamos pocos sin ser exclusivos.
He deseado y lo deseo, conocer a alguien en similar situación y mirar el mismo plano, estudiar hipótesis, analizar los fenómenos y visualizar si se relaciona a un pleno capítulo final o si sólo es el lado desgarrador de la evolución. Empero, aunque se pierda, no se pierde todo. Considerarlo todo perdido es una actitud deprimente y cobarde, una actitud de aumentar el sufrimiento sin sentido y traer inexistencias convertidas en feroces y peligrosos monstruos. A pesar de que pierda mucho, dentro de un respirar se lograría el sentido de victoria.
De si esto es una torpeza, no lo creo. Mi razón se inclinaría a darle un status de un progreso avanzado. Si miro la historia, la grandeza del hombre ha aumentado cuando se ha tornado más sensible, la humanidad ha dado grandes avances. De ahí las preocupaciones de mucho por cualquier humano, de allí los avances de las organizaciones internacionales y en materia de derechos humanos. Aún falta mucho, no deberían existir las guerras. Y confío en la sensibilización como parte fundamental del progreso verdaderamente humano. Jesucristo ha sido el más sensible de todos, de allí un gran aprendizaje.
Pues bien, mas mi sensibilidad parece variada y refinada precisamente a ella. Ella no es un ángel, es una chica maravillosa del común de las maravillosas. Podrán existir muchas más espléndidas, lo sé y las hay. Pero ella es la invitación latente a deslizarme más allá. Desde el día en conocerla, he camuflado en muchos escritos pensamientos esenciales de los restos dejados en mis entrañas. Irla descifrando, encontrando vestigios y contemplarla…En líneas generales es muy divertido y plenificante. Es un riesgo que no quiero dejar de correr.
Me considero muy normal tocado por historias complejas y quiero ser capaz de actuar en ellas sin sobresaltos violentadores. Ella no sabe hasta donde he cambiado desde su presencia, es la constante de mis pensamientos y reflexiones. Cuando interactúo con ella me siento más puro y amplio, libre y sereno, aunque al comienzo de su presencia real o virtual mis nervios me dan una gran alerta, como si cada vez de mi conexión con ella estuviese en frente de algo realmente decisivo. En frente, parezco sentir la energía y valentía de un guerrero, cuando no he estado en muchas batallas. El tiempo se me intensifica y se me hace muy corto. Esos momentos son tan plenos en una sencillez para mí muy cómoda y original. Ella es muy sencilla, hermosa y natural, inteligente y reflexiva. No hago exageraciones, no es perfecta pero sus accesos perfectibles son suficientes con pasión y coraje. Nadie es perfecto, yo he tenido mis precipitadas equivocaciones, pero en caminos perfectibles siempre hay el gozo de la lucha y emociones contenidas de ternura, verdades con depósitos existenciales, sonrisas como energía en el universo y en el corazón de Dios.
A veces en el tiempo la recurrencia de nuestros encuentros son a menudo, pasa a través de mí ausencias viscerales. He crecido en mi paciencia y prudencia. Quiero evitar incomodar y acosar, insistir y obsesionar. Todo esto lo siento tan adentro, y no es para nada un TOC. No sé si en mi mirada algo pueda leer. Ya habrá otros sentidos que puedan darlo a entender. Al otro lado del armario no habrá tanta dificultad, pero en cuestión de dos siempre debe haber una satisfactoria libertad. No todo son razones, ni sensaciones ni emociones. Acá también hay un sistema y unas leyes conjugadas con diversas circunstancias e historias. Hay redes y unas atrapan, otras conducen a la plenitud.
Yo tengo mis redes, de las unas y de las otras. Si estuviese fuera de unas, intentaría acercarme mucho más. Intentarlo no es lograrlo, pero sí da un aterrizaje sereno a la conciencia.
Todavía no me olvido de mí, y bajo reminiscencias incontrolables me dispuse a escribir en mi cuaderno el 7 de enero en la mañana. Ese sueño me levantó con una insistente y evocadora fuerza de escribirlo. Justamente este jueves siete me confirmaron mi próximo diaconado para marzo. He caminado entre redes, unas parecen atarme y otras liberarme. Ésta es mi vida, ya hay un plan iniciado desde antes, un plan excluyente de intentos a su irradiadora fuerza. Cuando se elige a la vez aleja una serie de posibilidades. La tranquilidad serena y decisiva sería elegir la mejor de las posibilidades. Nos consideramos amigos, y en las veces que le he dicho que de manera especial, quisiera darle a entender su significado, embarcando en una especialidad no fácil de conseguir. Y estoy altamente orgulloso de conocerla.
Mas un día, escribiéndonos por mensajes de texto me pidió en un venidero futuro como opción para casarla. Pero con esa información sentí lastimarme en mi fondo más vulnerable e instantáneamente un caos de ruido a mis agradables silencios me detuvo. Un “shock”, una sacudida absorbente de mis vitales energías. Un frío me recorrió mi ser, mi cuerpo. Y brotaron unas lágrimas, no sé cual precio tendrán, pero me indicaron un estado de gravedad, desprendiéndose sin entender realmente qué pasaba. Sentí una inmediata ira y llorando parecía descargarme, era parte del precio, del fuego adentro. Es para mí rarísimo llorar, no tengo motivos para hacerlo. Sólo suele ocurrir en contadas películas como “prooffire”, “quills”, “Forest Gump” o la famosa “Pasión de Cristo” entre otras.
No le contesté inmediatamente, disimulé hipócritamente. La aprecio muchísimo, pero al diablo tal idea, yo no podré hacer eso. Interiormente lo pensé y lo guardé.
En algunas ocasiones conocí algo de su situación con su novio, y no iban tan bien. Y pensar en su sufrimiento, ya lo imaginaba como un maldito idiota, torpe y estúpido, lo convertía en un ser despreciable. Pero no se puede dar de lo que no se tiene, y mucho menos cuando ni se intenta ser. Pensando más calmadamente y con espíritu cristiano, razoné tal situación como parte del crecimiento y aprendizaje de la vida en una relación de pareja, pues si algo no se establece en lo esencial debe haber desestabilización hasta que se acabe todo, y desde adentro siempre deseé su fin… Fingir lo contario sería fingirme y deforestar mi jardín de cielo. Fingirme es llegar al más temido de mis abismos, con tormentos de intranquilidad. Dios lo sabe, he sido fiel en tales ocurrencias de mí ser. Y me importa un pito si afecta la lógica común, de por sí tal lógica ha ocasionado grandes retrasos.
Si como en Narnia, cruzo el armario con otra realidad sería posible que yo fuese el ángel encargado de cuidarla, y por hacerlo tan perfectamente, me lanzaron a presentarme como un ser real de su propia especie y no sólo espiritualmente para estar más cerca de su íntima presencia y compartir miradas, sonrisas, alegrías e incluso luchar en la dureza del sistema.
¡Pero no! Eso suena perfecto para una película, para derrochar suspiros.
Pero en mi vida real, hay fibras que me cruzan seriamente. Podría imaginar todo esto inserto en un plan de Dios y pedirle un desenlace feliz y encantador. Mas Dios traspasa el cumplimiento de una voluntad personal. En mi fe lo sé desde hace rato. Las cosas no pueden chantajearse con Dios, si se cumple lo que pido y de lo contrario el vínculo se pone mal. Considerar a Dios lejano porque lo que pido no se cumple, es una blasfema reducción de Él. Además, la voluntad personal tiende a encerrarse en una pequeña sabiduría y en un mínimo amor. El amor de Dios se escapa a los mezquinos intereses de beneficios, dividendos y acomodamientos. Amar es ir más allá y la fe es así. Amar sobrepasa los seguros. Ahora hay seguros para todo: salud, carro, casa y hasta para el perro. Antes de una preocupación por gozar de buena salud y alegrarse por ello, hay que preocuparse por el seguro. Porque en este socialismo tan podrido, la salud no funciona correctamente.
Y así muchas cosas más, válidas y útiles. Pero con Dios el amor marcha diferente. Va más allá de la ley, es la entrega y el gozo de participar en el Reino. Y pido que su voluntad pueda aceptarla aunque duela, pues sé que su voluntad es plena y siempre quiere el máximo bien del hombre.
No creo en la dualidad, en querer estar cerca de Dios y para eso romper con la natural humanidad. A estas alturas, no siento el mínimo eslabón racional para creerlo. Siendo humano se es pleno. El alma es importante, el cuerpo forma un todo con el alma. El alimento del cuerpo en cierto sentido lo es para el alma. Y así siguen entrelazados.
La siento en el alma y la siento en el cuerpo. La siento y puedo vibrar, correr frío y correr serenidad. Amar es dar todo, y vivir a fondo el ser humano. Ciertas tradiciones atribuidas a Dios son dudosas. Por discreción intelectual las dejo, pero por sinceridad íntima las ignoro. Y así, escapar de conjeturas terminadas en un mundo complejo.
Ya llevo algunos días desde que inicié estas descripciones. Me he esforzado por escribir y detallar lo que siento. Las palabras me faltan y me fallan. No es este lenguaje la memoria exacta que quisiera. He pasado estos días inquieto por hacerlo simple y sencillo de narrar, con clara veracidad y fidelidad.
Ahora de último tomo el término “trastorno”. Es una leve caída, un desvanecerse de la normalidad. Sufrirlo es estar afectado e impedido para realizar algo cotidiano. Cortamente, esto entiendo por trastorno. Me he juzgado y me escapo. Desde aquel día de febrero, cuando vi que era real, no la fantasía y la ilusión de un soñador, he ido creciendo, he visto los días más intensos, he sentido más placer y energía al escribir, imaginarla, recordarla con su bella figura, con su singular sonrisa y su apacible mirada. Con ella he despertado y desarrollado reflexivas y lúcidas asimilaciones de sabiduría. Ha surgido un cofre sagrado muy dentro de mí. Me sorprende lo que bien que puedo recordarle con algunos detalles vistos y escuchados. Posiblemente es una impresión de memoria a largo plazo en mis genes. E inicial y principalmente ante mí como un milagro. Quisiera que fuese algo similar con mis familiares, pero me esfuerzo y mi memoria me falla. En cambio a ella, la reflejo fácilmente en mis pensamientos y me ha acompañado con muchos suspiros en diversos lugares.
El cielo, los árboles, las montañas, las piedras, los animalitos circundantes y hasta la misma superficie de la tierra no podrán negar los susurros salientes de la energía vibradora de mis entrañas. A pesar de sentirme humanamente solo en todo esta realidad, ya mis habituales espacios están familiarizados con ella. O para precisarlo mejor, ya he dejado en tantos espacios su irradiadora presencia.
Y me es tan fácil, pareciera sentirme normal pero a la vez con fuerzas supremas…
Si pudiera el mundo del mercado patentar este modo tan arraigado de sentir, vendrían y vendrían… Pero lo más precioso inefablemente se entrega en gratuidad. La vida la recibimos así, como un regalo y un don. De nosotros parte la tarea de vivirla.
En mi sueño, había un lugar rural, en una montaña, un sitio de paso para los viajeros. Por allí pasaban varias carreteras con destinos desconocidos para mí. Sólo me era familiar el mismo camino por el que subí. Yo manejaba un carro blanco y el camino estaba rústico. Ella conducía un carro color oscuro, como vinotinto. Nos encontramos y nos saludamos. Hablamos un ratito y me presentó algunos de sus amigos. El sitio era de paso, luego de unos minutos cada uno tomaría su rumbo. Yo andaba solo. Era un lugar alto, una cima. Mi plan sería regresar por el mismo camino. Ella lucía radiante. Quería decirle que se quedase un rato más y no se fuese tan rápido pero no encontraba razones. Además iba al ritmo de sus amigos, ya que andaba en grupo. Quería… pensaba… detenerla, susurrarle que no era el tiempo de partir. Su ruta estaba en disparidad con la mía. No obstante, sentía tantos murmullos que me indicaban un intento para suplicarle unos minutos más… y mis labios vacíos sin proferir lógica alguna para lograrlo. Había una ley imponente a mi solitario parecer. Esa ley me silenció y ella se marchó sin saberlo. Incluso saberlo no sería suficiente, no había una pequeña eternidad conectora… Luego yo no quería tomar mi camino, no quería descender.
Finalmente, a veces no sé qué hacer…
Realmente lo siento ahora…
Conozco algunos de mis miedos y de mis dudas… No soy culpable, excavo un gran secreto, en una experiencia alegre yendo sobre el camino de mi historia y en miradas sin reparos me siento afortunado, general y esencialmente afortunado.
Sé que con esto se da un revés a la cordura. Incomoda y puede molestar la lógica, un desafío. Mas tengo las llaves de unas puertas que reclaman por abrir y me cubre una fuerza en obligación a mi conciencia. Es mi secreto, es mi tesoro. Es una pasión, me persigue y con satisfacción la acepto, se nutre de sus sombras y de sus luces cuando la siento y cuando se ausenta.
Siempre le deseo que la vida le sonría y sienta plenitud y alegría, superando las cosas feas y emocionándose por las bellas. Este blog lo abrí pensándola. En ese momento dediqué mi concentración para poner un texto resumido de entrada. Ya que he excluido dos palabras por considerarlas impropias e incapaz de usarlas, como el “amor” y el “enamoramiento”, en ese tiempo atrás le designé “Amarte Importa” y las uní. También, puede entenderse como “Amar te importa”, incluye así un segundo sentido, introducido el divino. Caben los dos cuando uno siente con pureza y verdad, todo se une.
Este escrito compensa mi deuda a la original idea del blog. Es lo que va emergiendo de mí, de lo que soy, y no me importa lo simple y tonto, pero es mío y lo considero de un alto precio y esmero, de una gloria excelsa. Están aquí mis derechos reservados, mis ánimos entregados.

Porque sentirla me lleva a detenerme un poco, a pensarla.
Evadirla me causa una dolorosa huida inútil, porque es difícil huir de adentro.
Soy alguien de sueños, como muchos más.

Enero 13, 2010. Corregida ortográficamente (Febrero).