jueves, 11 de febrero de 2010

Y---


No sé cómo definir mi deslumbramiento ante ti,
tampoco se ahora cómo me he ocultado tanto
permaneciendo como tu niño creativo,
este niño que no se detiene ante la sordidez adulta,
la que da verdades terminadas y seguridades saturadas...


Pude haber estallado en una de tus tantas sonrisas,
o en una de tus acertadas palabras,
o en mi desconcierto ante tu figura, tu presencia,
o en mi perplejidad ante el encuentro de tu mirada,
o frente a muchas otras posibles excusas,
pero mi lógica desvanecía famélica...


Y después el tiempo, los días y los días,
horas, minutos y segundos,
y creer que estaba bien cuando me faltaba un poco el aire que respiraba,
aquí, allá y más allá,
sintiendo crispar mi palpitar
e incluso en ocasiones adornarte con gotas de cristal
y el brillo en mis ojos
perdiendo la cordura
o recuperándola en mi niño furtivo,
caminando, pensando y suspirando
llevándote a todas partes...


Y querer verte una vez más, una vez nuevamente
precisamente muy cerca de los anteriores segundos,
con ansias de saber cuándo volverían,
y cuándo llegaría el momento justo
agradeciendo a Einstein por acabar con el tiempo absoluto,
destruyendo el común creído del reloj universal,
confortándome con mi tiempo imaginario,
el tiempo que muchas veces no parecía funcionarme...

Y querer reconocer tus miradas en otras semejantes,
e imaginarte ahí…
y clamar al cielo para que nada te haga daño,
desterrar tus lágrimas de dolor,
lanzarlas allá donde nunca más podrán volver con la misma fuerza,
disminuidas o aniquiladas para siempre
porque dependo también de tu alegría,
y no sé aguantar saber lo contrario
ya que siento lastimarme
y ese dolor inevitablemente agresivo...


Aunque la lucha sea dura
hay miles de motivos desde la eternidad para vivir,
una sonrisa podrá sobreponerse al caos,
y particularmente recordar una sonrisa tuya me ha levantado
has puesto nociones de cielo a mis pies.
Mi lenguaje se atreve a sentirte como si te conociera desde siempre
tal vez porque he vislumbrado lo que para siempre debería sentir.
A Dios y a éste su universo, pido puedan darte de muchas maneras: “alegrías sin límites”.

2 comentarios:

Israel Alexander Portilla Gómez dijo...

Soy realista... Ésa es mi realidad...

Hope dijo...

yo no paro de llorar, se que no te gusta que lo haga pero es que no dejo de pensar en toda nuestra complicada situación...

obviando eso...

tus palabras son sonidos que nunca pensé oirían mis oidos...

eres mi aire, y a la vez tengo tanto temor de Dios

no sé que hacer